Fuentes historiográficas:
Peronismo
Una interpretación
"clásica" sobre la relación de los obreros con Perón
Hacia fines de los años 50 el
sociólogo Gino Germani presentó una interpretación sobre los orígenes del
peronismo, hoy considerada "clásica", que se constituyó en un eje
articulador de debates posteriores. En Política y sociedad en una época de
transición 1, Germani se preocupó por interpretar las condiciones de
surgimiento de regímenes totalitarios, como el nazismo y el fascismo,
insertando en este marco sus reflexiones sobre el surgimiento del peronismo y
su relación con las clases trabajadoras.
Germani sostiene que, a diferencia
de los modelos europeos, en la Argentina las masas populares constituyeron la
base del totalitarismo y se pregunta por qué y cómo se construyó esta relación.
Las claves de la respuesta las encuentra en el carácter reciente de la
constitución de las masas populares en el marco de un rápido proceso de
industrialización y urbanización. La rapidez de este proceso habría dejado una
serie de consecuencias características: la clase popular masificada que fue la
base de apoyo del peronismo era nueva, de "formación reciente, carecía de
experiencia sindical y no había sido todavía politizada por los partidos
tradicionalmente obreros", y se transformó en "masas
disponibles" para ser movilizadas por un líder carismático.
Estos obreros nuevos eran
migrantes, mayoritariamente de origen rural, provenientes de las provincias más
pobres y atrasadas del país. Según Germani, estos migrantes eran portadores de
experiencias de vida y de trabajo tradicionales y arcaicas. En su análisis,
Germani otorga especial importancia a los "factores psicosociales"
del proceso, relacionados con el trauma que habría ocasionado en los migrantes
el ingreso al mundo urbano y moderno. Este trauma habría impulsado a los
trabajadores a buscar la protección de un líder carismático con características
paternalistas, con quien establecieron una fuerte identificación basada en el
establecimiento de un contacto directo y personal.
Perón habría contado con el apoyo
pasivo de los obreros nuevos quienes se lo entregaron a cambio de sentirse
parte de la sociedad. La historia reciente, dice Germani, es en parte la
historia del "engaño y la neutralización" de la clase trabajadora por
parte del líder. "La diferencia entre la democracia -o lo que debería ser
la democracia- y las formas totalitarias, reside justamente en el hecho de que,
mientras la primera intenta fundarse sobre una participación genuina , el
totalitarismo [...] crea la ilusión en las masas de que ahora son ellas el
elemento decisivo, el sujeto activo, en la dirección de la cosa pública".
Desde esta perspectiva, Perón
habría manipulado al pueblo aplicando una política demagógica que no se basó
tanto en ventajas materiales concretas sino, fundamentalmente, en "la
experiencia (ficticia o real) de que había logrado ciertos derechos y que los
estaba ejerciendo".
En síntesis, Germani intenta
mostrar, mediante su análisis, cuánto de afectivo e irracional hubo en la
adhesión de las masas al peronismo.
La interpretación revisionista
Hacia finales de los años '60, la
interpretación clásica comenzó a ser cuestionada por nuevas interpretaciones
que se propusieron revisar sus supuestos y postulados básicos. En 1971,
apareció Estudios sobre los orígenes del peronismo de Miguel Murmis y Juan
Carlos Portantiero 2, un libro que se convirtió en referencia básica para la
discusión del tema.
Según estos autores, la
interpretación clásica (sostenida, entre otros, por Germani) se basa en el presupuesto
de que "la orientación propia de los trabajadores industriales debe
conducir al apoyo a movimientos inspirados en postulados de clase, sean esos
movimientos de tipo reformista o revolucionario [...] El apoyo obrero al
populismo, frecuente en los países periféricos y dependientes, aparecería así
como una desviación de este modelo". El modo de conciliar el apoyo obrero
al peronismo con la teoría clásica sería, según Murmis y Portantiero, postular
la existencia de dos grupos con comportamientos diversos: a) un sector de
trabajadores viejos, conformado por obreros de origen europeo con una larga
experiencia en el trabajo industrial, a quienes se les atribuyen las conductas
ajustadas al modelo y b) un grupo de obreros nuevos, constituido por migrantes
internos provenientes de zonas campesinas atrasadas, al cual se le atribuyen
las conductas que se desvían del modelo. De este modo, el modelo clásico
encuentra las bases sociales del peronismo "en masas desplazadas y por lo
tanto disponibles para su manipulación por la elite". Contrariamente a la
interpretación "clásica", Murmis y Portantiero proponen un punto de
vista diferente que se sustenta en tres hipótesis básicas:
- que en el surgimiento del peronismo tuvieron una intensa
participación organizaciones y dirigentes del sector de obreros viejos;
- que es difícil otorgar la caracterización de pasiva a la
participación obrera en el proceso de constitución del peronismo;
- que la participación conjunta de viejos y nuevos obreros
"implicaba un proyecto social de cierto alcance y tenía como
componente importante la continuidad programática con reclamos previos de
las organizaciones obreras, del mismo modo que la posibilidad de
participación obrera en una alianza policlasista era ya una tendencia con
importantes antecedentes en el sindicalismo anterior al peronismo".
Otorgar importancia a dirigentes y
organizaciones gremiales viejas no significa, para estos autores,
"descartar en absoluto el papel jugado por los obreros recién incorporados
a la industria y por los gremios que recién se organizaron después de 1943,
sino relativizarlo a favor de una aproximación alternativa que, más que
subrayar la división interna de la clase obrera, toma como punto de partida su
opuesto: la unidad de la misma, como sector social sometido a un proceso de
acumulación capitalista sin distribución del ingreso, durante el proceso de
industrialización bajo control conservador que tiene lugar durante la década
del 30".
La idea que subyace a la
interpretación de Murmis y Portantiero es que antes del ascenso del peronismo
se desarrolló en la sociedad argentina un proceso de crecimiento capitalista
sin intervencionismo social que originó la emergencia de "reivindicaciones
típicamente obreras que abarcaban al conjunto de la clase trabajadora". El
sindicalismo habría intentado, sin éxito, satisfacer estas demandas obreras.
"Entre 1944 y 1946, por acción de definidas políticas estatales, esa serie
reivindicativa va encontrando solución", traduciéndose en una
"inversión de las tendencias de distribución del ingreso nacional. Sobre
esta base, la mayoría de los sindicatos -viejos y nuevos- articulan una
política de alianzas con un sector del aparato del Estado, sin abdicar, durante
ese proceso y por el contrario reforzando [...] sus pretensiones tradicionales
de autonomía e independencia frente a otros sectores sociales".
De esta forma, y contraponiéndose a
las interpretaciones que postulan la irracionalidad del comportamiento de las
masas trabajadoras en su apoyo al peronismo, Murmis y Portantiero enfatizan su
carácter racional y pragmático.
Una nueva perspectiva para pensar
el peronismo
En 1990 apareció
Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina3
del historiador norteamericano Daniel James, trabajo que aportó una propuesta
diferente e innovadora para interpretar los orígenes del peronismo.
"Dentro del enfoque revisionista -sostiene James- la adhesión política al
peronismo ha sido vista, al menos implícitamente, como reductible a un
racionalismo social y económico básico. [...] Casi todos los que interrogaban a
un peronista sobre las causas de su apoyo a Perón recibían por respuesta el
significativo gesto de palparse el bolsillo donde se lleva el dinero, que
simbolizaba un pragmatismo de clase básico, atento a las necesidades de dinero
y a su satisfacción. No hay duda de que el peronismo, desde el punto de vista
de los trabajadores, fue en un sentido fundamental una respuesta a las
dificultades económicas y a la explotación de clase.
"Sin
embargo, era también algo más. Era también un movimiento representativo de un
cambio decisivo en la conducta y las lealtades políticas de la clase
trabajadora, que adquirió una visión política de la realidad diferente. Para
comprender el significado de esa nueva filiación política necesitamos examinar
cuidadosamente sus rasgos específicos y el discurso en el cual se expresó, en
vez de considerar al peronismo como una inevitable expresión de insatisfacción
social y económica. GarethStedmanJones [...] observó [...] que...un movimiento
político no es simplemente una manifestación de miseria y dolor; su existencia
se caracteriza por una convicción, común a muchos, que articula una solución
política de la miseria y un diagnóstico político de sus causas. Por lo tanto,
si bien el peronismo representó una solución concreta de necesidades materiales
experimentadas, todavía nos falta comprender por qué la solución adoptó la
forma específica de peronismo y no una diferente. Otros movimientos políticos
se habían preocupado por esas mismas necesidades y habían ofrecido soluciones.
Incluso desde el punto de vista programático, había muchas similitudes formales
entre el peronismo y otras fuerzas políticas. Lo que necesitamos entender es el
éxito del peronismo, sus cualidades distintivas, la razón por la cual su llamamiento
político inspiró más confianza a los trabajadores; en suma, qué facetas tocó
que otros no tocaron. Y, para ello, necesitamos considerar seriamente el
atractivo político e ideológico de Perón, así como examinar la índole de la
retórica peronista y compararla con la de quienes le disputaban la adhesión de
la clase trabajadora". (4)
El atractivo
político fundamental que ejerció el peronismo James lo encuentra en "su
capacidad para redefinir la noción de ciudadanía dentro de un contexto más
amplio, esencialmente social. La cuestión de la ciudadanía en sí misma, y la
del acceso a la plenitud de los derechos políticos, fue un aspecto poderoso del
discurso peronista, donde formó parte de un lenguaje de protesta, de gran
resonancia popular, frente a la exclusión política". "La ciudadanía
ya no debía ser definida más simplemente en función de derechos individuales y
relaciones dentro de una sociedad política, sino redefinida en función de la
esfera económica y social de la sociedad civil. En los términos de su retórica,
luchar por los derechos en el orden de la política implicaba inevitablemente
cambio social. Más aún, al subrayar constantemente la dimensión social de la
ciudadanía, Perón desafiaba en forma explícita la validez de un concepto de
democracia que la limitaba al goce de derechos políticos formales, y a la vez
ampliaba ese concepto hasta hacerlo incluir en la participación en la vida
social y económica de la nación".
Según James, el
peronismo expresó un "poder social herético" que se reflejó en su
empleo del lenguaje: por un lado, ciertos términos, que traducían las nociones
de justicia social y equidad, pasaron a ocupar posiciones centrales en el nuevo
lenguaje del poder; por otro, "términos que antes simbolizaban la
humillación de la clase obrera y su explícita falta de status [...] adquirieron
ahora connotaciones y valores diametralmente opuestos". Un ejemplo
significativo reside en las implicaciones asignadas a la palabra descamisado,
que fue utilizada peyorativamente por los antiperonistas y transformada por el
peronismo en la afirmación del valor de la clase trabajadora.
James sostiene
que "prestar atención adecuada a la atracción específicamente política del
peronismo permite descubrir un discurso que, no sin poner énfasis en la
corrección de las desigualdades sociales y económicas, la asociaba a cierta
visión de la ciudadanía y del papel de la clase trabajadora en la sociedad. Esa
visión fue expresada en una retórica diferente y un estilo político
particularmente atractivo para los trabajadores argentinos".
James enfatiza
que "el apoyo que los trabajadores dieron a Perón no se fundó
exclusivamente en su experiencia en las fábricas. Fue también una adhesión de
índole política generada por una forma particular de movilización y discurso
políticos. Resulta claro que las dos bases de la movilización no deben ser
contrapuestas; ciertamente no deben serlo bajo la forma de la clásica dicotomía
entre clases de trabajadores vieja y nueva, tradicional y moderna. [...] La
construcción de la clase trabajadora no implicó necesariamente la manipulación
y la pasividad asociadas a la poderosa imagen de las masas disponibles
formulada por Gino Germani [...]. Había en juego indiscutiblemente un proceso
de interacción en dos direcciones y, si bien la clase trabajadora fue
constituida en parte por el peronismo, éste fue a su vez en parte creación de
la clase trabajadora".
1-Germani, Gino, Política
y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad
de masas, Buenos Aires, Paidós, 1962.
2-Murmis, M, y
Portantiero, J. C., Estudios sobre los orígenes del peronismo, Buenos
Aires, Siglo XXI, 1971.
3-James, Daniel, Resistencia
e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, Buenos
Aires, Sudamericana, 1990.
4-Jones, S., Gareth, Rethinking Chartisn.Langage of class: studies
in english working class history, Cambridge, 1984, pág. 97.
La razón populista
Ernesto Laclau, doctor en Historia dedicado a
la filosofía política, ha propuesto con su libro La razón populista una
provocativa vuelta de tuerca sobre el fenómeno del populismo, al proponer
"rescatarlo de su lugar marginal dentro de las ciencias sociales" y
pensarlo no como una forma degradada de la democracia sino como un tipo de
gobierno que permite ampliar las bases democráticas de la sociedad. "El
populismo -dice Laclau- no tiene un contenido específico, es una forma de
pensar las identidades sociales, un modo de articular demandas dispersas, una
manera de construir lo político.". "Cuando las masas populares que
habían estado excluidas se incorporan a la arena política, aparecen formas de
liderazgo que no son ortodoxas desde el punto de vista liberal democrático,
como el populismo. Pero el populismo, lejos de ser un obstáculo, garantiza la
democracia, evitando que ésta se convierta en mera administración".
Ubicando al peronismo en un contexto latinoamericano mas amplio expresa que
" liberalismo y democracia no son términos que tiendan naturalmente a
coincidir. Fue necesario todo el largo y complejo proceso de las revoluciones y
reacciones del siglo XIX para alcanzar un equilibrio en ciertas formas que
pasaron a ser llamadas liberal democráticas, como formas más o menos estables.
Pero esa integración nunca se logró en la historia latinoamericana. Nosotros
teníamos un liberalismo oligárquico que respetaba las formas liberales pero
tenía una base clientelística que impedía toda expresión a las aspiraciones
democráticas de las masas. Por eso, cuando las aspiraciones democráticas de las
masas empiezan a presentarse en los años 30, 40, 50, muchas veces se expresan a
través de formas políticas que fueron estrictamente antiliberales, como el
varguismo y el Estado Novo, como el peronismo, regímenes formalmente
antiliberales y que, sin embargo, fueron profundamente democráticos porque
dieron cabida a una serie de aspiraciones de las masas. ". En relación a
las condiciones institucionales y sociales en las que prospera el peronismo
Laclau explica " Antes del 30, el funcionamiento de la política argentina
era muy poco democrático. Había, en primer lugar, un nivel básico que era el
nivel de los punteros, que manipulaban votos a cambio de favores. Por encima de
ellos estaban los caudillos y, por encima, los diputados y senadores que
negociaban con ellos. A través del desarrollo económico, las demandas tendían a
ser absorbidas institucionalmente por este sistema clientelístico. Pero cuando
el sistema, a partir de la crisis del 30, empieza a restringirse, las demandas
ya no pueden ser absorbidas por los canales tradicionales y se empieza a crear
una situación prepopulista, es decir, una acumulación de demandas insatisfechas
y un sistema que no responde a estas demandas. Hasta que aparece alguien que
empieza a convocar por fuera del sistema institucional a estas masas vírgenes
que estaban con las raíces a la intemperie, y allí se empieza a producir un
nuevo tipo de movilización que culmina con la emergencia del peronismo. A
partir de allí ya no se necesitaba del caudillo para tener una cama en el
hospital, porque estaba el hospital sindical". Finalmente el autor ensaya
una suerte de evaluación del fenómeno populista en la argentina " -Yo creo
que el peronismo representó un enorme desarrollo en la participación de las
masas en el sistema político. Tal vez no fue de las mejores. Uno se imagina que
podría haber tenido formas más democráticas, pero fue la que históricamente
resultó posible. De modo que yo creo que cualquier elaboración de una política
más progresista tiene que partir de ese punto histórico, porque el cauce
histórico que abrió el 45 es un dato absolutamente primordial y definitivamente
positivo de la historia argentina. El régimen oligárquico que existía antes,
basado en el fraude, no me parece mejor.